A uno se le ocurre pensar que en el campo de la literatura, como en la guerra y en el amor, todo vale. Uno puede iniciarse en la novela romántica, de misterio, crítica social, filosófica, ensayo etc… Y pocos viven de ello. Incluso Unamuno se quejaba de la imposibilidad de vivir de la pluma. Su cátedra le sacaba de apuros. Edgar Poe, Kafka, Thoreau e infinidad de poetas y escritores no se comieron una rosca en su vida. A excepción de Tomas Mann, Günter Grass, García Márquez, etc…; es decir, una gota de agua en el océano de escritores, la mayoría de ellos las pasaron y pasan canutas. ¿A qué viene todo esto? Sencillamente, uno, como las gallinas, es animal de pluma, y quiere dejar constancia de que tampoco vive de ella, así que puede permitirse el lujo de expresar sobre el paciente papel cuanto le venga en gana.
¿Y esto representa una ventaja?- dirán algunos
Pues sí señor, éste es lujo vedado a quienes por necesidad perentoria, deben someter sus creaciones a las veleidades de editores autoerigidos en prohombres del saber, verdaderos cedazos, filtros que trillan a su libre albedrío, mutilan, manipulan estilos y deciden arbitrariamente qué, cómo, donde y cuando publicar la obra del autor.
Sea dicho de paso, que esos “jueces literarios”, rechazaron publicar en más de seis ocasiones “La montaña mágica” de Mann, “Mi vida entre bosques y lagunas” de Thoreau, las obras de Saramago, las de Edgard Alan Poe etc…, ¿por qué razón? Por malas e invendibles…
Dicho esto, el que suscribe, promete, asegura y certifica que expresará en sus obras y escritos cuanto le venga en gana y alabará por doquier con aleluyas y sahumerios las bondades y libertad de expresión que ofrece la moderna tecnología.
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Audio: Presentado por Jesús Ayllón
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Presentación del libro: “Diario de un loco” 21 de octubre de 2017
El importe recaudado, por la venta de los libros durante el evento, fue donado integro a la ONG Save the Children