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MUSICA

<< MEA CULPA >>

Si me preguntan ustedes que como empecé con eso de la música me ponen en un brete…

¿Por qué?  Pues  porque la música se lleva dentro, en lo más íntimo de cada uno de nosotros, desde su nacimiento. Es algo intrínseco  en el ser humano; el hombre primitivo llevaba en sus genes el sentido del ritmo que se transmitía en sus danzas y a través de sencillos instrumentos de percusión. Quizá éste fue  el primer regalo de la naturaleza transmitido al feto a través de los latidos del corazón materno.

Desde muy pronto supe apreciar el valor de la buena música, aunque de forma pasiva, como oyente. Nunca canté, salvo al afeitarme. Ni  siquiera inicié aprendizaje instrumental alguno. Dediqué todos mis esfuerzos a forjarme los conocimientos necesarios  para desarrollar una carrera profesional a nivel internacional. Solo disponía de espacio y fuerza física para ello.

Todo comenzó  cuando una vez libre de obligaciones y ataduras empresariales, tomé mis primeras clases de guitarra española. Con escasos conocimientos musicales, compuse algunas canciones que despertaron la curiosidad de  ciertos entendidos. Uno de ellos, gran musicólogo, y buen amigo, el profesor Willy Urrea, se ofreció a orquestarlas e, incluso, a interpretarlas con músicos profesionales. ¡Ocasión maravillosa para un neófito!  Así que haciendo gala de su iniciativa y constancia, se puso sobre sus calcetines  reuniendo bajo su batuta a conocidos cantantes tales como Tony Carpenter, participante en el Festival de Viña del Mar en Chile, Rafael López, conocido cantante cubano del Moulin Rouge de Paris etc. y, por cierto, colega de Antonio Machín, José A.Picorelli, Beatriz, Nieves Villaseca, y músicos de renombre como Jotxi Gonzañez, Alejandro Zarzalejo, Kike Zarca, todos ellos bajo la magistral dirección del maestro  Urrea.

Y de aquí  nació un CD: Luces del alba.

Sin la cooperación de todos ellos, su altruismo y buen hacer, el que eso escribe no hubiese experimentado el placer de oír sus propias creaciones  convertidas por arte de magia en sonido real, latente, vivo.


¡¿Se dan ustedes cuenta?!  ¡Ya me dirán si no le echa valor el señor Urrea…! Y de esa guisa, él, gran profesional capaz de hacer cantar a una oveja, me incluyó en el conjunto. En consecuencia, él y sólo él  es  el verdadero culpable de todo… Incluso de la excelente orquestación.


El que suscribe, sin lugar a dudas, es el responsable de la melodía y  letra de  todas las canciones, así como también de la traducción al francés, inglés e italiano de algunas de ellas. En consecuencia, de hallarse algún fallo o defecto que afee alguna  composición de la obra, es a él a quien debe someterse al juicio del gran Sanedrín, del melómano, del oyente.


Juzguen ustedes  y sean indulgentes con un compositor que se atrevió a cantar.


Vaya para todos ellos mi sincero agradecimiento y admiración.

Pero no acabó aquí la cosa. Al bueno del maestro Urrea se le ocurrió una “boutade”  ( pronúnciese “butade” con “b” que no con “p”...), o sea, una humorada, capricho (del francés), diciendo que la voz del compositor, o sea, la de un servidor, servidor de Dios, del Rey y de ustedes , (aquí me saco la boina.) transmitía un sentimiento íntimo muy a tener  en cuenta y factible de ser incorporado al CD, juntamente con los cantantes profesionales…

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Canción:

Te querré siempre a mi lado